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09 febrero, 2014

De nuevo, sin principio y sin final

Mucho tiempo, muchísimo tiempo diría yo. No sé si es que el tiempo me ha comido la vida o sencillamente la inspiración y la fluidez de lo que llevo dentro se ha estancado. 
Me he asustado al ver han sido dos años los que no aparezco por aquí, me propongo continuar y volver a tener esta terapia que tanta falta me hace hoy día.
Ya no sé si aun queda alguien por aquí leyéndome, quien sabe, pero me hablaré a mi misma y al leerme podré volver a saber si soy yo o soy aquella o quizás soy otra....

Hace un tiempo, unos cuantos años, viajé a un pueblito entre montañas llamado Iruya, queda en el norte de Argentina, es un lugar divino, pintoresco, muy autóctono, la verdad es que estar entre esas montañas y ver un paisaje impresionante, hace que se me erice la piel al recordarlo. En esa ocasión viajé porque estaba de novia con un chico argentino y me llevó a conocer ese lugar de donde eran originarios muchos de los de su familia, fué un tiempo extraño: me gustaba estar allí, las personas eran muy cariñosas y amables conmigo pero este chico al estar en ese lugar se olvidó que habíamos ido juntos y la verdad fueron más los días que pasé paseando yo sola que los que anduve con él, ( la verdad, verdad, no estaba enamorada solo era ilusión) y pues, en su día me dolió mucho verme sola en un lugar extraño, aunque lindo, sentía una sensación de no saber que hacía allí, quería regresar a Buenos Aires y disfrutar de todo lo que mis ojitos veían. Me sentía algo así como perdida en el espacio.¿ Por qué cuento esto? pues porque hoy me he sentido justamente así y lo peor del caso es que en mi propia casa, en mi espacio, en mi interior. 


No es precisamente el comienzo más entusiasta que esperaba para mi retorno a este lugar, pero lo que hay es lo que hay y creo que cuando ando de capa caída es cuando más puedo escribir.